DUELO Y ESPIRITUALIDAD Por: Beatriz López

DUELO Y ESPIRITUALIDAD
Por: Beatriz López
Chatalopez2@hotmail.com

Queridas amigas y amigos:


Mi duelo fue acompañado desde el inicio, hasta hoy, de esos seres espirituales que callan ante el dolor, pero se hacen amorosamente presentes en infinidad de momentos.

Soy una persona creyente y educada en la presencia de Dios y la Virgen y doy gracias por ello, porque otras hubieran sido mis actuaciones y vivencias, sin su presencia en mi vida. Logré refugiarme en Dios en mis momentos de desesperación y esa sola decisión me llenó de paz y de esperanza.

La unión que establecí con la Virgen fue el primer “Grupo de Apoyo” que tuve. Yo le decía: “Yo sé que tú sí entiendes mi dolor, porque a ti también te mataron a tu hijo y como humana que eres, sabes lo que siente una madre cuando debe afrontar la muerte de su hijo”. Creo que se solidarizó conmigo, porque en los momentos más oscuros de mi duelo, el Santo Rosario era una medicina para mi dolor.

Un mes antes de morir Hugo Alejandro, sin saberlo, me estaba preparando para entender la actitud de Dios en esos difíciles momentos de la vida, como son los de la muerte de un ser que amas. Yo me hacía una reflexión: “Si Dios no intervino en la muerte de sus discípulos, quiere decir que su ayuda no consiste en evitar que las cosas sucedan, sino en acompañarnos a vivir ese dolor con mucha luz, con amigos, con abrazos, con mensajes positivos, para lograr afrontarlo y elaborarlo con esperanza y serenidad”.

Mi fe me llena de esperanza porque el hecho de saber que la muerte “no es más que un hasta luego”, que “no es más que un breve adiós”, me permite hacer un compromiso de vida para ser mejor persona y llegar a la presencia de mi hijo, con la frente en alto para darle parte de la lucha que tuve que librar para afrontar dolor y decirle acompañada de mi abrazo eterno: “Sí pude, fuiste mi guía, mi luz y mi meta y ante este reto, yo tenía que responder con la altura y el amor que toda madre siente por sus hijos”.

No sé cómo hubiera sido mi duelo, sin el apoyo de un ser superior. Seguramente, lleno de insalvables dificultades y mis decisiones  contrarias a mis creencias.

 

¡Gracias Dios, Virgencita y Hugo Alejandro, por ser mis guías en esta lucha por VIVIR!

 

 

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