LA ESPIRITUALIDAD ES LA PREGUNTA Y LA RESPUESTA Por: Julián Castelblanco

LA ESPIRITUALIDAD ES LA PREGUNTA Y LA RESPUESTA
Por: Julián Castelblanco
julian@cuandoelduelopregunta.com


Recuerdo que estando en el hospital, en la sala de espera de la Unidad de Cuidados Intensivos, unos amigos de mis padres trajeron una imagen de la Virgen de Fátima para que acompañara nuestro proceso. Mi madre, formada por la comunidad de madres salesianas, siempre tuvo especial devoción por la Virgen María. Durante su proceso de duelo, esta conexión espiritual tuvo especial relevancia desde la empatía de saber que la Virgen, también había perdido un hijo; por lo que seguramente, nadie mejor que ella, sabía el intenso dolor que estaba experimentando en ese momento. Fue a través del Rosario y de un diálogo franco, directo y permanente con ella, por lo que mi madre experimentó la paz y la fuerza necesarias para afrontar su proceso.

 

Junto a ella se encontraba mi padre, quien también tuvo la oportunidad de ser formado en colegios salesianos y jesuitas. Su experiencia espiritual se cimentaba más desde la lógica y la reflexión. Su búsqueda giró en torno de la lectura y el estudio de lo que él consideraba como su espiritualidad y su búsqueda de respuestas, desde la incertidumbre y la ciencia. Sin duda alguna, esta búsqueda, desde su propia naturaleza, le permitió emprender el camino de sanación durante su proceso de duelo.

 

Por mi parte, a mis 15 años, apenas si comenzaba a emprender la búsqueda espiritual con mayor seriedad. Creo que conté con la suerte de poder tener unos padres que compartieron su experiencia conmigo pero que, al mismo tiempo, tuvieron la oportunidad de darme libertad en esa búsqueda. La muerte de mi hermano, significó la necesidad de tomar ese camino con seriedad. La muerte trae siempre la oportunidad de replantear, fortalecer y madurar tu espiritualidad. La muerte es la formulación en voz alta de las grandes preguntas de nuestra existencia: ¿Por qué estamos aquí?, ¿para dónde vamos?, ¿qué sentido tiene toda esta experiencia que llamamos vida?, ¿qué pasa después de la muerte?

 

En medio de mi adolescencia, la muerte de mi hermano me trajo una claridad indiscutible e íntima, para comenzar la construcción de lo que hoy considero como mi espiritualidad. Para mi, resultó fundamental acercar aquello en lo que creyera, a mi vida cotidiana. Necesitaba creer en alguien que riera y sufriera a mi lado. No necesitaba magos… claramente, la muerte de mi hermano a sus 19 años, en manos de unos asaltantes, era una demostración de que esa magia tenía serias falencias. Lo que sí me atraía enormemente, era  el poder creer en una experiencia que, en medio de mis decisiones, mis errores y las situaciones de la vida, caminara a mi lado, me pudiera aconsejar y riera conmigo, mientras disfrutaba la experiencia de la vida. Así decidí construir mi espiritualidad a partir de su muerte.

 

Tres caminos claramente personales e íntimos. Unos más largos que otros en términos de respuestas concretas y útiles ante el dolor, pero con un mismo factor común: En el momento más importante de nuestras vidas, nos dieron respuestas, nos invitaron a trabajar nuestra humanidad a partir de valores y nos revelaron la importancia de la solidaridad. Cada camino espiritual generó las preguntas pertinentes, las certezas suficientes y la paz necesaria.

 

Y una claridad más… La evaluación y construcción de la espiritualidad, siempre fue una tarea ineludible en nuestro proceso de duelo. Es la gran dimensión del duelo… es la gran pregunta, pero al mismo tiempo, la respuesta de fondo de todo este proceso.

 

 

 

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