TAREA 2: Amar. Asuntos pendientes.


Durante esta quinta entrega, comenzaremos a trabajar nuestra segunda TAREA: Amar. Sin duda alguna, una de las más complejas, pero al mismo tiempo, más gratificantes de todo el proceso de duelo. El amor abre la puerta a la transformación, a la aceptación; al continuar caminando con nuevos y más profundos sentidos de vida. Sin embargo, dada su increíble recompensa, también exige de nosotros un compromiso total y una correcta actitud hacia nosotros, nuestras emociones, nuestras dudas y resentimientos. Este compromiso nos permitirá evaluarnos en medio de la tormenta para construir una nueva humanidad; ojalá, en honor a nuestro ser querido.

Al día siguiente de haber llegado mi hermano al hospital, mis padres se encontraban destrozados y sumergidos en el más inmenso dolor. La vida carecía de sentido y solo había espacio para la rabia y el absurdo. Mi tía Milena, hermana de mi papá, decidió entrar a la Unidad de Cuidado Intensivo. Cuando salió de verlo encontró a mi padre recostado contra una columna, con la mirada perdida y el espíritu ausente. Se abrazaron y en un esfuerzo desmedido por encontrar el alma perdida de mi padre le dijo: “¿Te has dado cuenta de lo que significa este momento para ti?, ¿para todos?; Hugo Alejandro tiene tres tiros en su cabeza, a modo de corona de espinas. Cada una de sus manos tiene un disparo justo en el centro de su palma; y, por si fuera poco, al ingresar al hospital le han hecho una herida al costado para drenar la sangre acumulada en el interior de su cuerpo. Esta tragedia tiene que ser un símbolo de reconciliación para todos; una transformación total porque nunca volveremos a ser los mismos; esto cambia nuestra vida definitivamente, y entonces tendremos que decidir si seremos mejores o seremos peores seres humanos. Pero no aplaces esa decisión; ¡decídelo ahora!”

Este tremendo y descarnado reto impuesto por mi tía a su hermano destrozado; quizás un poco temprano (solo quizás), significó para él y nuestra familia el inicio de un proceso que deberíamos asimilar con calma, paciencia y un poco de tiempo; pero que, desde ese entonces, comenzaría a rondar nuestras cabezas y se iría elaborando a través de las lágrimas y la ausencia.

Sus palabras fueron vitales para nuestras reflexiones familiares durante el proceso de duelo: ¿cómo queríamos ser después de la muerte de mi hermano?, ¿cómo fue mi hermano durante su vida? Y ¿cuál es el homenaje que desde nuestra propia existencia debería ser el más adecuado y coherente?

Poco a poco, y sin pensarlo mucho dada la vida apasionada e intensa de mi hermano, fuimos apostándole a ser mejores. Y con el tiempo, esta apuesta resultaba definitiva. No consistía en “tratar de ser mejores”, sino en SER MEJORES. Sin duda alguna, esa es una apuesta que 28 años después pesa aun sobre nuestros hombros y que, a lo largo de todo este tiempo, ha tenido altibajos con la certeza de saber que no lo hemos conseguido. Pero seguimos apostándole a eso a pesar de nuestra humanidad… o tal vez gracias a ella. Hoy puedo decir que ese buscar reconciliarnos con la vida trajo consigo un nuevo sentido de la misma. Cada decisión que tomamos a partir de la muerte de mi hermano, por sencilla que sea, atraviesa el filtro de la lucha por ser mejores. Una vez más insisto en ello; en ocasiones lo logramos, pero en muchas otras fracasamos en el intento; sin embargo, siempre atravesará ese mismo filtro, y esto, sin duda alguna, marca la diferencia en la manera como nos comportamos y decidimos vivir.

Para aclarar todo este asunto: No se trata de sentirnos mejores porque mi hermano murió; sería una estupidez traducida en una absurda sensación de superioridad “como yo si he sufrido, yo entiendo mejor la vida que los demás”. NO, no se trata de eso sino de todo lo contrario. Consiste en sabernos vulnerables e imperfectos, y desde esa certeza, trabajar diariamente por aprender a ser mejores en honor a su vida en nosotros y su ausencia repentina.

En esa medida, desde el reto formulado por mi tía: “Decide ahora que camino vas a tomar”, la primera DECISIÓN a trabajar de esta segunda TAREA, será iniciar ese proceso de reconciliación. No es posible decidir, si no cierro los círculos pendientes. Los rencores u ofensas que quedaron abiertas con tu ser querido, o con algún familiar o amigo cercano. Trabaja esas deudas y busca saldarlas.

Durante todos estos años acompañando procesos de duelo hemos visto que muchos de ellos, se dificultan o complican no por la misma muerte del ser querido, sino por aquello que quedó pendiente que no fuimos capaces de reelaborar. Entonces, quedan frustraciones, odios y rencores que se disfrazan de luto y se presentan como duelo.

Como lo dije al principio, esta es quizás una de las DECISIONES más complejas de todo este proceso; pero al mismo tiempo, es la fundamental y definitiva; aquella que te dará el impulso final hacia comenzar a rendir honor a tu ser querido a través de una mejor existencia en esta tierra.



Examina esas deudas pendientes a través de tus pensamientos, tus reflexiones. Si es necesario, escribe una carta a tu ser querido, encuéntrate con él en oración, o en meditación, como tu espiritualidad lo prefiera. Reelabora tus angustias, pide perdón y perdona; y entonces, comenzarás a descubrir un manto especial de un renovado amor por la vida que te será útil en estos momentos de dolor y oscuridad. DECIDE AHORA, ¿Cómo quieres ser a partir de su muerte?, ¿cuál es la decisión que más se ajusta al homenaje de vida que tu ser querido merece?

Julián Castelblanco

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