TAREA 3: Cuidar. Tienes que comer


Durante 13 días, desde que recibimos una llamada a las 3 de la mañana para decirnos que mi hermano se encontraba gravemente herido en un hospital de Bogotá, nuestra rutina consistía en levantarnos muy temprano, bañarnos y salir para la sala de espera de la Unidad de Cuidados Intensivos a esperar noticias, las cuales llegaban como parte médico de noticiero:

-Doctor, ¿cómo se encuentra Hugo Alejandro?
-Él está estable.

La verdad su condición era tan crítica que tampoco podían decir nada adicional.
Nos sentábamos en unas sillas incómodas desde las 8 de la mañana, a mirar una puerta, hasta las 8 de la noche, hora en que cerraban el hospital y nos invitaban amablemente a regresar a nuestra casa.
Recibíamos visitas de amigos, familiares, religiosos, periodistas, charlatanes, policías… cada uno con intenciones diferentes, pero, al mismo tiempo, muchos con el espíritu deseoso de poder ayudar.
Cuando llegaban las 12 del día; sin falta, alguno de nuestros familiares o amigos se acercaba para recordarnos que había que almorzar. Julián, uno de mis tíos médicos, insistía hasta el cansancio en este tema. “Deben comer, no importa que no tengan ganas, deben comer”. Y de manera sagrada, bajábamos a la cafetería del hospital a cumplir con nuestro deber nutricional.
A pesar de los esfuerzos de todos aquellos que nos acompañaban, la historia contaría que, durante estos 13 días, yo bajaría 13 kilos; que a mis 15 años no representaba un logro del cual me siento orgulloso. Al parecer, la mejor dieta es la tristeza.

Esta dinámica continuó después de su muerte; sin embargo, ya no estaba toda esa gente al lado nuestro para recordarnos sobre la necesidad de comer. Cada tarde, la decisión de buscar alimento era un peso enorme que era difícil de transportar.

Quizás por esta razón, un buen indicador de evolución positiva de un proceso de duelo es este; la facilidad de tomar la DECISIÓN de alimentarse, bañarse, arreglarse o regresar a la vida en medio del aseo personal.

Sin duda alguna, para mis padres este proceso fue un poco más difícil que para mí. Aunque mi mamá siempre ha sido una mujer preocupara por su aspecto personal, recuerdo su dificultad por encontrar ánimo en arreglarse. El verse bien está íntimamente relacionado con el sentirse bien; con querer la vida y quererse en la vida; algo que durante el proceso de duelo se está reestructurando. Volver a encontrarle sentido a la vida a pesar del dolor inmenso de la ausencia, es volver a quererse en la vida.

Este es un proceso muy lento; quizás por esta razón es la tarea 3, y no la 1. Sé, por experiencia propia, que no es fácil en un inicio volver a encontrar gusto en la comida, o querer arreglarse para mostrarse ante el mundo de una manera adecuada (socialmente hablando). Por tal razón, inicialmente es necesario tomar la DECISIÓN de comer, de manera consciente. Tomar la DECISIÓN de bañarse, de arreglarse, de comprar ropa nueva… Esto es algo que normalmente se hace de manera natural pero que; sin embargo, durante el proceso del duelo, tiene que comenzar a ser consciente.



Toma la DECISIÓN de cuidarte, aunque esta al principio salga de manera forzada. Poco a poco irás descubriendo que ese esfuerzo inicial te irá llevando a un estado de ánimo diferente y, sobre todo, no podría explicarlo en detalle ni mucho menos dar una razón certera, pero “milagrosamente” este gesto te llevará a comenzar a tener una nueva relación con tu ser querido ausente. 

No es su muerte la que requiere atención; es tu vida la que debe regresar de nuevo con mayor sentido para, una vez más, rendir honor a su ausencia.  

Julián Castelblanco

Comentarios

  1. Cuanta verdad hay en esto se siente una .muerta en vida

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    1. Así es, es un proceso doloroso... Pero creo profundamente en que al mismo tiempo, puede llegar a ser un camino esperanzador de transformación gracias al inmenso amor que nos une a nuestro ser querido. Gracias por compartir tus sentimientos con nosotros.

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