TAREA 4: Buscar. Estar en Compañía.


Hace algún tiempo me comuniqué con una persona que acababa de perder a su padre. Mi papá y yo estábamos dispuestos a hablar con ella para poder brindarle el apoyo necesario; sin embargo, ninguno de los dos había corrido con suerte, marcábamos a su celular, pero siempre se encontraba apagado. Dos o tres semanas después de nuestro primer intento, por fin, una tarde, respondió una de nuestras llamadas. Su voz parecía cansada, sus palabras salían tímidas, en bajo volumen y deseosas de permanecer ausentes.



-          Mil disculpas, mi nombre es Julián Castelblanco y la llamó por recomendación de un amigo suyo. He tratado de comunicarme con usted desde hace algún tiempo, pero no había tenido éxito. ¡Qué bueno que por fin podemos contactarla!

-          Así es, disculpe, la verdad desde la muerte de mi padre no hemos querido hablar con nadie. Estamos encerrados en casa; y en casa, estamos encerrados todos en un cuarto. Apagamos teléfonos y no habíamos querido hablar con nadie. No sé si eso está bien o mal, pero esa es la razón por la que no le he contestado.

Cuando ella afirma que desconoce saber si el alejarse esta bien o mal, me quedo pensando un tiempo y recuerdo que, ante la muerte de mi hermano, si bien la compañía nos resultaba fantástica; la soledad era nuestro mejor abrigo.

-          Sabe, yo tampoco sé si eso está bien o mal. Lo que sí podría decirle es que es natural; que, ante un dolor tan grande, queramos inicialmente escondernos en la “cueva” y no querer salir nunca más. Sin embargo; también le puedo decir que, aunque esta sea una sensación natural en un inicio, posteriormente debemos buscar espacios y tiempos para regresar a la vida. Porque lo que si no está bien, es que esa decisión de aislamiento se prolongue de manera indefinida. Sé que la decisión de buscar compañía puede ser difícil en un principio; pero cuando se anime a hacerlo, encontrará que el compartir su dolor con aquellos que quieren escucharle y acompañarle, será útil para que avance en la elaboración de su duelo.  

Estuvimos hablando alrededor de 10 minutos; ella contándome de lo difícil de la situación, del dolor inmenso que había producido la ausencia de su padre; de lo preocupados que estaban por el llanto inconsolable de su madre… en el minuto 10, sus palabras habían tomado ritmo; si bien, aún se sentía dolor en su respiración; este iba acompañado con un poco de deseo de continuar hablando y contando su historia. El volumen de su voz era más elevado y tenía una sensación de vida, que al principio no era tan evidente.

-          Muchas gracias por llamar; llevamos cuatro semanas encerrados sin querer ver a nadie, no he respondido ninguna llamada. Ha sido bueno hablar con un ser humano diferente a mi familia.
Mi hermano fue asaltado al salir de la Universidad. Se encontraba con su cuñado, quien también murió en el mismo atraco. Esta situación hizo que me acercara mucho a Margarita, su novia; quien sufría mí mismo dolor, pero por partida doble. Con ella, pasábamos horas enteras hablando de él y de lo que su muerte producía en nuestros corazones. Margarita se convirtió en mi mejor amiga, mi confidente. Pusimos a “rodar” nuestra historia cientos de veces, una y otra vez, contábamos las mismas experiencias. Y, a pesar de saberlas de memoria, nos encantaba volverlas a escuchar. En medio de esta complicidad, fuimos generando códigos, rituales, celebraciones en honor a él.

En todo este proceso de encontrar a alguien para contar nuestra pena, con mucha seguridad puedo decir, que hay un tiempo para todo. Inicialmente será muy difícil recordar; de pronto se nos dificulte hablar y antes de pronunciar palabras hablará el llanto. Pero poco a poco, en cada intento, esta acción de recordar será más fluida; y de repente, en una de esas historias podrá salir una risa cuando narremos alguna anécdota divertida de su existencia. Y entonces, en ese mismo instante, descubriremos que podremos seguir recordandolo, ahora con felicidad.

El proceso de duelo no se trata de un tránsito entre la memoria y el olvido; todo lo contrario; un duelo bien elaborado consiste en poder recordar, cada día con mayor alegría… y si, con el tiempo, vuelve a surgir una lágrima, pues que esta sea también de gozo por haber tenido el honor de vivir al lado de nuestro ser querido.

Por tal motivo, Nuestra TAREA 4 es BUSCAR… Buscar compañía, dar los primeros pasos para regresar a la vida en sociedad. Encontrar con quien poder hablar de nuestro dolor. Inicialmente será un familiar o un amigo cercano; pero buscar con quien hablar. La DECISIÓN entonces, será disfrutar de esta compañía y aprovecharla como parte de un proceso necesario para la correcta gestión de nuestro duelo.

Julián Castelblanco

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