TAREA 5: HABLAR. Reaccionar


Uno de los capítulos de mayor aprendizaje para mí en aquel entonces, y del cual aún extraigo conclusiones que renuevan mis paradigmas constantemente, fue la primera discusión con mis padres después de la muerte de mi hermano.

Ya había comentado que mi encrucijada estaba centrada en entenderme en duelo, en medio del dolor, mientras continuaba, inevitablemente, siendo un adolescente. Como conjugar el vacío y el ambiente sombrío de mi espíritu, con el instintivo deseo de seguir siendo joven y reír sin traicionar mi pena y su memoria.

Una noche, diría que cercana al día del funeral; decidí salir a divertirme. Mis amigos me invitaron a una fiesta y yo, con ánimo de buscar un ambiente que me sacara de la rutina de la tristeza, decidí aceptar. Entré y, efectivamente había una fiesta: Baile, gritos, risas, licor…  y mi pena. Un poco desubicado alcance a ver a Margarita (la que era novia de mi hermano al momento de su muerte) sentada en un rincón, supongo que, tan perdida como yo. Me alegré de saberla ahí, en ese lugar, y reconocer que uno de los invitados quizás, estaba sintiendo lo mismo que yo.

Me senté a su lado y decidimos meternos juntos en una burbuja de recuerdos para compartir nuestras emociones. Había música, pero la verdad, yo estaba concentrado en la conversación que sostenía con ella.

A las 12 de la noche mi papá llamó a la puerta: - July, creo que ya es suficiente, tu mamá está preocupada, debes regresar a casa. Yo accedí a su pedido comprendiendo la situación en medio de mi descontento de adolescente. Entré a la casa y me dirigí al cuarto de mi mamá para saludarla.
-QUE SON ESTAS HORAS DE LLEGAR, increpó mi mamá visiblemente disgustada. ¿NO SABES POR LA SITUACIÓN QUE ESTAMOS PASANDO?, NO ES TIEMPO PARA CELEBRAR, ¿ES QUE ACASO NO SIENTES?

Sus palabras me tomaron por sorpresa, así que reaccioné de manera instintiva, defendiendo mi orgullo y lo que pensaba, era justo en ese momento.

-SIENTO TANTO O MÁS QUE VOS… PERO EL QUE SE MURIÓ FUE MI HERMANO, NO YO.
Dicho esto, me retiré de inmediato del cuarto para cerrar la conversación con un portazo…

Narro esta anécdota con frecuencia porque fue un momento importante para mi… y supongo que para mi mamá también. La angustia de mi madre era obvia, y su reclamo justificado. Por mi parte, yo sentía que no había hecho nada malo. Había accedido a una invitación y me había comportado en la fiesta de manera correcta. Solo quería despejar la mente un rato y, de alguna manera, comenzar a regresar a la vida. Nunca fue mi intensión irrespetarla, y sé que la intención de mi madre tampoco fue ofenderme, ni suponer que no sentía. Simplemente se conjugaron miedos, emociones, angustias y tristezas acumuladas que decidieron salir esa noche.

Mi madre reaccionó a través de su dolor y su momento emocional, y yo respondí en defensa de un orgullo que no estaba amenazado. Los dos reaccionamos de manera instintiva.

Una vez más, podría decir que este hecho es la consecuencia natural de un momento donde todo se encuentra inestable, indescifrable e incontenible. Entender ese proceso de volver a construir una existencia que creíamos perfectamente diseñada, es un camino donde el control de las emociones es complejo y doloroso.

A la luz del tiempo transcurrido, no puedo imaginar una situación más obvia; un adolescente que busca recuperar su vida juvenil junto a una madre destruida por la ausencia de uno de sus hijos y preocupada porque el hijo que queda, permanezca aún a su lado. Esa era una discusión que tarde o temprano tendría que darse.

Sin embargo, lo importante en esta ocasión no es la situación en sí misma, sino la capacidad que tengamos para comprenderla y aprender de ella más adelante. La invitación a través de la TAREA 5: Hablar, es tomar la decisión de comenzar a hacer conciencia sobre nuestra manera de responder ante la comunicación que se nos plantea a diario. Si lo hacemos de manera reactiva o proactiva. La diferencia está en la comprensión de nuestras emociones y la decisión de luchar por insertar estas en el mundo cotidiano. Cuál es el objetivo entonces: comenzar a transformar esa fuerza incontrolable que nos hace responder ante el mundo con rabia, en energía proactiva que construya maneras diferentes y solidarias de socializar. Y para ello, el camino es la consciencia de nuestros sentimientos y su posibilidad de hacerlos sociables de nuevo.



DECIDE aprovechar tu dolor, a través del amor construido con tu ser querido, para transformarlo en energía vital que modifique no solo tu mundo, sino el de las personas que te rodean. No es fácil, lo sé, porque se trata de trabajar nuestra rabia y convertirla en el motor positivo de una nueva existencia… pero es posible. Piensa en aquellos momentos en los que reaccionaste de manera instintiva, ¿qué hubiera pasado si tus palabras hubieran sido más proactivas?, ¿cómo, esta proactividad, puede construir una nueva relación, mas amorosa y profunda, no solo con tu ser querido fallecido sino con aquellos que aún continúan a tu lado de manera física y te necesitan?

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