Reflexiones de una Madre (4)

CELEBRACIONES Y EVOCACIONES

La muerte de Hugo Alejandro ocurre en una fecha muy cercana la Navidad y a su cumpleaños.

Normalmente, iniciábamos los preparativos con manualidades para adornar la casa inundada de olor a eucalipto y canela. El musgo usado en esa época se esparcía por la mesa de trabajo y las coronas con lucecitas y cerezas rojas estaban dispuestas para adornar puertas y ventanas.


A mi hijo le gustaba verme elaborar estos adornos y de pronto exclamaba: “Mamá, te vez tan linda eternizando esas rosas”. ¡Dios mío!, esas palabras resonaban en mi cabeza y dolían profundamente, en especial, aquel día en que escuché el dictamen médico: “¡No hay nada que hacer, en cualquier momento muere…! En ese instante, la vida se detuvo y todo lo planeado, quedó en el olvido. Sólo había tiempo para orar, guardar esperanzas, negociar con Dios, recibir abrazos y la compañía de la familia y los amigos.

Pasan trece días de coma en el hospital y mi Tato finalmente toma su mejor decisión: “emprender el camino hacia lo eterno”. El mundo se me vino encima, se derrumbaron los castillos que había construido en mi mente, todo lo que anhelaba para él, perdió sentido y yo me vi obligada a vivir sin él, sin su alegría, sin su risa y sin su canto.

El tiempo avanza en medio de un absurdo y me impone que debo retornar a la vida. Entonces, me formulo preguntas: ¿Qué pensaría mi hijo de mí, si me dejo morir?, De una cosa estaba cierta, estaría desconociendo a esa madre luchadora y valiente que había conocido. En ese momento, decidí arreglar mi casa para la Navidad. Lo haría en su honor. Esta sería una época con sentido diferente: ¡No va a nacer Jesús en este diciembre... voy a celebrar el “nacimiento espiritual de mi adorado hijo, en mi corazón”!

Para ello debía prepararme con inmensa responsabilidad y debía hacerlo con el mismo amor con el que me preparé para su nacimiento físico. En esta forma le di un sentido nuevo a la primera Navidad sin él.

Estábamos además próximos a su cumpleaños y esta sería otra fecha de inmenso dolor. La familia decidió que nos reuniríamos en una finca lejos de la ciudad para que estuviéramos acompañados en ese día. Enviamos globos con noticas de cariño para mitigar nuestro anhelo de comunicarnos con él.

A pesar de que el mundo aparecía lleno de absurdos y lágrimas, la oración también estaba presente. De pronto lo vi con claridad: “Esto no puede continuar así, esa fecha hermosa en la que celebrábamos un año más de vida de mi Tato no puede convertirse en dolor para siempre. Entonces decidí que en adelante celebraría su cumpleaños el día que nació para lo eterno y para crecer en el Amor.

Sentía que estas decisiones eran la forma de trasformar en mi mente la oscuridad en luz, lo negativo en positivo, lo físico en espiritual. De esta forma él continuaría estando presente en todas las fechas importantes y en lo más más profundo de mi alma.

 

Beatriz López


Comentarios

  1. Gracias por enviarme lecturas para seguir llevando mi duelo, mi esposos falleció en un accidente y considero que es el peor escenario, las muertes repentinas; eso aunado a que era un gran ser humano, esposo, padre, hijo y no porque ya no esté me expreso así en realidad así era él.

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    1. Muchas gracias por escribirnos. Lamentamos inmensamente tu pérdida. Sin embargo, nos satisface saber que de alguna manera las reflexiones que compartimos acompañan tu proceso de duelo de manera positiva. Es bueno saber de la bondad y grandeza de tu esposo, y sabemos, sin duda alguna, que esto será el motor necesario que te permitirá trascender tu dolor. Su bondad permanece en ustedes, y se convertirá en la semilla necesaria para crecer en el amor.

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