Tarea 10: Decidir. Cultivando nuestros gustos.

13 días después de que mi hermano ingresara a la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital San Ignacio de la ciudad de Bogotá, nos encontrábamos almorzando con mis padres en casa de mis abuelos maternos. Habíamos dispuesto que de ahí saldríamos a un almacén médico especializado para buscar un colchón que protegiera la piel de mi hermano, la cual comenzaba a maltratarse por la falta de movimiento.

Aún no habíamos terminado de almorzar cuando una vecina golpeó a la puerta. Visiblemente nerviosa e incapaz de hablar con mis padres, me llevó aparte para informarme que acababa de recibir una llamada del hospital para decir que la situación de mi hermano se había deteriorado.


Apenas si alcancé a escucharla cuando salí corriendo a la mesa para transmitir el mensaje a mis papás: “Llamaron del hospital, mi hermano se puso mal”, alcance a decir.

Un minuto más tarde estábamos en el carro reconociendo que la salud de Hugo Alejandro no podía ponerse peor, luego las posibilidades de lo que podíamos esperar al llegar al hospital, con total certeza, se reducían a una sola: Mi hermano había tomado una decisión.

Llegamos a su habitación y encontramos a mis dos abuelas junto a él, una a cada lado de la cama, estaba también su novia (Margarita) y su suegra. Todos llorando alrededor de su cuerpo. Yo, hace un par de días, había decidido llevar mi guitarra para entretenerme de alguna manera, en esas jornadas eternas y desesperantes donde solo aguardábamos la llegada de algún médico que nos dijera que la situación de mi hermano era “estable”.  

Entré al cuarto, cogí mi guitarra y me senté en un sillón de cuero color café oscuro que había en una esquina. Entonces comencé a cantar la última canción que supe, mi hermano estaba aprendiendo y que no alcanzó a terminar: Mariposas, de Silvio Rodríguez.

Durante los 13 días que estuvo en coma, decidí sacar esta canción en guitarra como una manera de homenajear el que él fuera parte importante de mi gusto por la música.

Esa tarde, terminé de cantar la canción y salí del cuarto.

A mis 15 años tenía dos pasiones: La música y la escritura; las dos, de alguna manera, alimentadas de manera importante por él. Cuando había alguna celebración familiar como la navidad, o el día de la madre o del padre, mi hermano era quien compraba el regalo, me lo entregaba un día antes y me decía: “Listo, te toca tu parte, escribe algo bonito”.

Siempre admiré verlo con una guitarra en las manos. Me sorprendía su capacidad musical, la facilidad de crear armonías y la suavidad con la que acompañaba su voz con la guitarra. Quien hubiera conocido a mi hermano sabría que sus últimos años fueron acompañados por la música como eje central de su personalidad. Su partida y mi obligada soledad a causa de ella, produjeron en mi un reto específico: Ser un mejor guitarrista y ser un mejor escritor.

Por eso, años más tarde cuando la vida me llevará a tomar la decisión de escoger una carrera profesional tenía dos opciones: Ser músico o comunicador social. Escogí la segunda.

Tomar la decisión de alimentar las pasiones que mueven tu espíritu a raíz de la ausencia de tu ser querido, es tomar la decisión de regresar a la vida para ser mejor a pesar de todo. El impulso de su partida debe darse a partir de lo que te hace feliz; y es su muerte la oportunidad para alimentar de manera importante esta fuente de felicidad.

La muerte no es otra cosa que la reivindicación y la reafirmación de la existencia. Y esta consciencia se hace por medio de lo que nos apasiona y nos ubica de nuevo en este espacio tiempo, que adquiere sentido a través de las pasiones que alimentan el corazón.

¿Cuál es la invitación que hace la muerte de tu ser querido a tu vida?, ¿cuál es el alimento que brinda su ausencia que te permite recuperar el gusto y el sentido de la vida?... ¿Qué quisieras aprender?, ¿Qué crees que debes mejorar?

Esta TAREA 10 te invita a regresar a tu interior y a buscar en tu corazón para reencontrarte con tus gustos, tus pasiones. Con todo aquello que te conecta con la vida; y entonces, a través de ellas, DECIDIR crecer por medio de ellas. Dar un paso más en tu proceso de duelo, hacia un nuevo y más profundo sentido de vida; ahora más íntimo y consiente de tu humanidad.

Julián Castelblanco


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