Tarea 11: Crecer. La vida cambia para siempre.
Cuando llegó la hora de hacer mi práctica universitaria,
decidí cumplir un sueño que se inició el día que enterramos a mi hermano. Me
inscribí para iniciar un proceso de selección que me permitiría participar como
voluntario en una organización de ayuda humanitaria a desplazados por la
violencia en una zona muy conflictiva de mi país. Aunque la práctica debía ser
por seis meses, la organización para la que aplicaba exigía un año. No lo pensé
dos veces; puse mi nombre y 15 días después me encontraba viajando a
Barrancabermeja para asumir el proceso de selección.
Superé todas las pruebas que fueron pertinentes y como
último requisito, el padre Jorge Serrano me indicó que quería hablar con mis
padres antes de dar su aprobación. Así fue; Viajó a Cali con ese único
objetivo.
Recuerdo muy bien esa tarde. Mis padres lo recibieron con
mucha alegría de tenerlo en casa. Jorge, un hombre grande en todo el sentido de
la palabra, se sentó a un lado y sin muchos rodeos comenzó a hablar:
-
Ustedes saben que Julián está optando para ser voluntario
de nuestra organización e irse un año a Barrancabermeja a trabajar acompañando
desplazados de guerra. Me gustaría saber que piensan de eso… sé que ustedes ya
perdieron un hijo, y quiero ser muy claro en esto, la zona para la que él va,
es una zona compleja en términos de violencia.
-
Así es padre, respondió mi mamá. Lo sabemos, lo
entendemos con claridad; debo confesar que me asusta, pero… es lo que él quiere
hacer, es lo que cree correcto, y eso es suficiente para, a pesar de nuestro
temor, darle nuestro total apoyo.
Después de su contundente respuesta, el padre Serrano fue
claro y preciso en describir el objetivo del trabajo, y la reunión terminó rápidamente.
Fue quizás uno de los años donde, puedo decir con total y
absoluta certeza, VERDADERAMENTE APRENDÍ. Removió mi existencia, desacomodó mis
convicciones y reestructuró las bases que hasta ese momento consideraba sólidas
en mi vida. No recuerdo un solo minuto donde no sintiera la presencia real,
auténtica y definitiva de mi hermano. No recuerdo una sola lágrima o sonrisa
vivida durante ese tiempo, que no fuera a través de su complicidad. No recuerdo
un solo instante en el que sintiera que mi vida estaba en riesgo, donde no
estuviera protegiéndome.
Durante nuestro proceso de duelo, comenzamos a entender en
familia que la mejor forma de trascender este dolor enorme de la pérdida de
Hugo Alejandro en nuestras vidas, debía contribuir a construir en nosotros
mejores seres humanos. Y hoy, que me encuentro escribiendo estas reflexiones,
no puedo imaginar una manera diferente de continuar un proceso de duelo sano y
con sentido.
De muchas maneras, las experiencias vividas durante ese año
de voluntariado, superaron mis capacidades humanas. Pero al mismo tiempo,
cuando tenía la oportunidad de sentarme con campesinos desplazados que, por
causa de la violencia, lo habían perdido todo, incluso sus familiares, sentía de
manera clara que ese era el lugar donde debía estar; no para ayudar a otros,
aunque ese siempre era el deseo y el objetivo; sino para ayudarme a mí mismo,
mi dolor y mi propio duelo.
8 años después de la muerte de mi hermano, estaba cumpliendo
una DECISIÓN que nació el día de su muerte. Y solo en ese momento, en medio del
Magdalena Medio y sus desplazados por la violencia, comenzaba a acercarme
verdaderamente a mi duelo y a darle un verdadero sentido a su ausencia.
Cada desplazado que tenía la oportunidad de conocer y
acompañar era una oportunidad enorme para entenderme a través del dolor y
construir un Julián más humano. En medio de ese deseo de ayudar, estaba
reestructurando mi vida a través de lo que la muerte de mi hermano me había
dejado como tarea.
CRECER, es la tarea 11… sin embargo, más allá de una TAREA,
tomar la DECISIÓN de CRECER es el OBJETIVO principal. Lo que llamamos proceso
de duelo tiene sentido en la medida que se convierta en un proceso de
CRECIMIENTO personal que contribuya a construir un mundo mejor.
Toma la decisión de adoptar la muerte de tu ser querido como
la oportunidad de reestructurar tu vida y fortalecer tu espíritu. Su muerte,
para que tenga sentido, debe hacerte mejor persona; DECIDELO.
Así es cuesta mucho dolor pero te das cuenta que cada ves que subes una línea positiva se desprende un poco de dolor tengo cuatro años que se fue mi esposo y me e sentido tan sola pero cada día lucho por ser mejor
ResponderEliminarCreo que el reto, el mensaje, el sentido, al final siempre tiene ese enfoque. Ser Mejor. Por ellos, por nosotros, por quienes nos siguen acompañando. Y en ese propósito,ellos siempre nos acompañan.
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