TAREA 8: Sanar. El perdón.
Enséñame a perdonar.
-
Le pidió el discípulo al maestro.
Y este le contestó:
- Si no hubieras condenado,
No tendrías necesidad de perdonar.
Anthony de Mello
Sí padre, por favor dígale que lo perdono. Que cada día que
pasa, él está presente en mis oraciones, esperando pueda sanar el odio que
existe en su corazón.
Mis padres habían decidido interponer las denuncias
necesarias ante las autoridades para que este crimen no quedara impune y el
asesino asumiera su responsabilidad. En cumplimiento con su deber ciudadano, se
realizaron las gestiones necesarias y se puso en manos de la justicia el caso. Sin
embargo, nuestro proceso humano iba por otros caminos que exigían de nosotros
reflexiones y acciones diferentes. Nuestra sanación espiritual, aunque pudiera
cruzarse en algunos puntos, nada tenía que ver con el proceso judicial en
marcha... determinar un culpable, si es que lo hubiera en realidad, no podría
devolvernos a mi hermano, luego intuimos que nuestro proceso de duelo, debía,
en algún momento, tomar distancia prudencial de la justicia humana.
En este punto, a través del tiempo, entendimos una sentencia definitiva: No es posible, de ninguna manera, elaborar un duelo y conseguir transformar el dolor en nuevo sentido de vida; si no hay un perdón claro, consciente y definitivo. Perdón al asesino, al médico que se equivocó, a la persona que tomó una mala decisión en un momento determinado… perdón a Dios… PERDÓN.
Por esa razón la tarea de sanar es la número 8, después de brindar el espacio y el tiempo necesario para odiar, llorar y maldecir. Después de poder abrir la puerta a la consciencia de nuestros sentimientos, poder comunicarlos y, sobre todo, después de tomar la DECISIÓN de continuar reestructurando nuestra relación con la vida, fortaleciendo y enalteciendo los lazos definitivos y sustanciales que dieron sentido a la existencia junto a nuestro ser querido ausente.
Quiero entonces, en este caso, poder brindar claridad suficiente: No es posible avanzar en un proceso de duelo, no es posible iniciar un proceso de sanación interior importante, no es posible establecer nuevos lazos de amor con nuestro ser querido si antes, no existe la DECISIÓN de perdonar.
Entiendo la dificultad que esta TAREA puede representar
para muchos. Nuestra cultura ha sobrevalorado el perdón y lo ha elevado a una
dimensión divina, de exclusivo uso de dioses y santos... o, en el mejor de los
casos, seres humanos iluminados. Si entramos a Google y buscamos la palabra
perdón, encontraremos que dentro de los primeros artículos existen noticias de
primera página de los principales diarios del mundo, contando como una madre, o
una nieta, o una hermana, fue capaz de perdonar al asesino de su ser querido.
Este acto de noticia mundial eleva a la categoría de imposible un acto higiénico
de sencilla supervivencia, curiosamente, en algunos contextos, en medio de una
sociedad que repite hasta el cansancio los domingos, que Dios es amor.
El perdón, si este existiera, es un acto de higiene espiritual que debe ser elaborado a través de la decisión de sanar para poder continuar. Por tal motivo, puede resultar útil, para comenzar a romper la barrera cultural, reemplazar la palabra perdón por SANACIÓN.
Julián Castelblanco
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