TAREA 8: Sanar. Recordar para sanar.
Si pudiera definir en una palabra la vida de mi hermano y su
mensaje en nuestra existencia; diría: PRESENTE.
Cada segundo de paso por nuestro camino, fue intenso. Quería
hacerlo todo, ser el mejor en todo, y hacerlo rápido. Todas las mañanas, debíamos
salir a las 5:30 am de la casa y caminar cuatro cuadras hasta el lugar donde el
bus escolar nos recogía. Esta rutina era para mí tortuosa. No recuerdo un solo día
en que sus pasos fueran cortos y lentos. Siempre salía de casa lleno de energía
y dispuesto a aprovechar su 1.85 mts. de estatura para optimizar cada una de
sus zancadas. Yo 3 años menor y 6 centímetros más pequeño, sufría su exceso de
energía mañanero.
En las noches, mi mamá podía identificar desde el cuarto,
quien abría la puerta de la casa. Si apenas se escuchaba el rechinar de la
puerta, y los pasos eran silenciosos, sabía que yo había llegado. En cambio, si
escuchaba un ruido ensordecedor desde el mismo instante en que se introducían las
llaves en la chapa de la puerta; reconocía con exactitud que mi hermano había
llegado.
Aprendió Judo, ganó una medalla en un campeonato y se metió
a hacer natación. Meses después de entrenar, logró ganar un nuevo
reconocimiento y se dedicó a la música. Aprendió a cantar, a solfear, y tocar
guitarra. Fue cantante de un grupo de Rock; junto a su mejor amigo ganó un
concurso organizado por la alcaldía de Bogotá a mejor dueto musical. Cantó en
la coral en la que cantaba mi padre. Ganó un concurso de boxeo. Sabía dibujar,
sabía pelear… sabía ser amigo de todos, sin distinción alguna. Sabía ser
hermano y ser cariñoso y alegre como hijo… y se me pasan algunas cosas más.
Su vida fue acelerada e intensa; no tuvo tiempo para aplazar
absolutamente nada. Vivió las emociones que quiso y aprendió todo lo que pudo;
sin titubeos. Todo, absolutamente todo, aquí y ahora.
Sí, sin duda alguna, su palabra es PRESENTE.
Y esto es curioso porque el duelo nos plantea el reto de
recuperar el PRESENTE. El principal obstáculo que encontramos durante el camino
a nuestra SANACIÓN, es el de volver al presente. Constantemente patinamos en el
pasado… ¿y si no hubiera salido esa noche?, ¿Y si el médico hubiera tomado otra
decisión?, ¿y que habrá sentido en ese momento?... ¿cuál habrá sido su último
pensamiento? A mí, por ejemplo; con frecuencia me atormentaba el pensar y
sentir su angustia durante el atraco. ¿A quién le dispararon primero?; ¿a él?, ¿a
su amigo? Esta idea me rondaba la cabeza permanentemente, de manera insistente
y me sacaba de contexto.
El duelo es como poner pausa en la imagen mientras la cinta
sigue rodando. Y quedarnos anclados en esa imagen nos impide de manera importante
el proceso de SANACIÓN. Resulta que la muerte, tan natural, tan cotidiana, tan
sencilla… tan obvia; trae consigo el sentido de la vida. ¡Qué terrible sería la
vida sin la muerte!, ¡Que terrible sería tener todo el tiempo del mundo, sin límite
alguno, para hacer lo que queramos! La muerte, en esencia, es la oportunidad de
retarnos y la invitación permanente a la vida presente, intensa y ahora.
Quizás por eso, el pasado se presenta con frecuencia en
forma de melancolía, y muchas veces disfrazado de tristeza. Cuando recordamos
desde el pasado, y nos quedamos en él, existe la nostalgia. Pero cuando
recordamos desde el presente evidenciando las ganancias de cada una de nuestras
experiencias pasadas; hay recuerdos con sonrisas.
Avanzar en el proceso del duelo no consiste en olvidar; todo
lo contrario, se trata de lograr recordar evidenciando las ganancias, los
resultados de la vida de nuestro ser querido en la nuestra; sus enseñanzas, su
intensidad. Hoy no puedo concebir un recuerdo de mi hermano sin recibir una
invitación clara y fuerte de vivir y disfrutar mi vida. No podría tolerar una
tristeza eterna como símbolo de su memoria. Todo lo contrario, mi hermano era
PRESENTE… PRESENTE intenso, feliz, enérgico. Esa es su ganancia, ese es el
mensaje que me permite traer sus recuerdos al ahora… y tenerlo ahora, no en el
pasado; no en el instante de su asesinato; sino ahora, escribiendo estas
palabras y dictando las oraciones necesarias para llegar al corazón de cada uno
de mis lectores.
Te invito entonces a tomar la DECISIÓN de recordar desde tu
presente, evidenciando las lecciones que tu ser querido dejó en tu vida, y haciéndolas
propias para dignificar su memoria y validar su existencia en nuestro camino. Recuerda
para SANAR.
Julián Castelblanco
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