TAREA 9: Adáptate. Vacío.

Vivíamos en un apartamento de tres habitaciones: El cuarto principal, donde dormían mis padres; otro cuarto que normalmente era destinado a ser estudio, biblioteca, oficina, gimnasio o cualquier otro requerimiento familiar y el tercer espacio donde desde siempre, dormimos mi hermano y yo. 6 meses atrás; Hugo Alejandro había declarado su independencia, por lo que realizó una “solicitud formal” que garantizara nuestra privacidad. Solicitud que fue concedida sin reparo alguno por mis padres.

Fue así como la energía de cada uno fue apropiándose de un lugar específico; decorado de acuerdo a los gustos particulares de cada propietario y dejando las paredes impregnadas de significado, historias y sueños.


Su cuarto estaba ubicado en el medio, junto al baño auxiliar. Tras su muerte, un vacío inmenso repleto de silencio inundó el corazón del apartamento. Dolía pasar por su espacio, sentir su energía y encontrarlo ahora vacío… de nuevo convertido en estudio, gimnasio (ahora sin usar), biblioteca o cualquier otro requerimiento familiar…

Tras la inmensa compañía durante todo el protocolo de su muerte; tras la solidaridad que nos llenaba el día de llamadas por contestar, historias por contar y oraciones por recibir; con el tiempo, volvió la rutina; y entonces, en medio del proceso de duelo, llego una compañía inesperada: El vacío. Vacío físico, vacío espiritual… vacío a todo nivel. Acciones diarias que se hacían a su lado, que dependían de su presencia, no eran ahora posibles. Ya el desayuno no se preparaba para 4 personas. Ahora yo me levantaba un poco más tarde para ir al colegio; la ducha solo esperaba a uno.

Nuestra rutina nocturna giraba en torno al único televisor de la casa, ubicado en el cuarto de mis padres. Razón por la cual, “la lucha libre mexicana” iba esperando que cada uno de nosotros fuera llegando a reunirse alrededor de la “caja mágica” para ser vista. En ocasiones, sentía que el espectáculo televisivo no comenzaba porque aun esperaba la llegada de un espectador más.

En mi caso, las cuatro cuadras que caminaba de manera acelerada con mi hermano todas las madrugadas rumbo al paradero donde nos recogía el bus del colegio, se sentían eternas, solitarias y ahora más lentas.

Mis últimos meses junto a él comenzaron a construir una relación diferente, de verdadera hermandad. Pasábamos la etapa del hermano mayor que crea defensas y carácter en su hermano menor a través de bromas pesadas y golpes, a la relación del cómplice, amigo y confidente. Ahora que lo pienso tantos años después, aun extraño el no haber tenido la oportunidad de haber vivido más junto a él esa etapa interesante de nuestra relación.

Adaptarnos a esta nueva realidad es un camino necesario del proceso de duelo. Crear una nueva rutina y aprovechar el tiempo que ahora queda libre es parte del camino a recorrer. Si bien, extraño su complicidad en vida; hoy creo que tuve la fortuna de ser consciente de ese proceso de cambio a tiempo, y comenzar a construir un nuevo camino donde mi hermano acompaña, de manera más íntima, mis decisiones, dudas, frustraciones, miedos, ilusiones y sueños. Detener el bus de la tristeza para contemplar el vacío es necesario para dar inicio a una nueva creación de vida. Hoy, no lo dudo, su vacío me dio la oportunidad de imaginar una vida más llena de sentido, comprometiéndolo a lucharla junto a mí.

Es desde la ausencia, desde sentir la soledad que nos dejó su partida, donde podemos estructurar una nueva rutina ahora más profunda y consciente.  

Esta TAREA 9 consiste en adaptarse. Asimilar que lo que fue, ya no es y nunca volverá a ser. Que su presencia debe transformarse y reconstruirse desde una nueva cotidianidad. Te invito entonces a que tomes la DECISIÓN de contemplar el vacío… llorar si es necesario; ser consciente de su vida en nuestra rutina y DECIDIR comenzar a armar un nuevo día a día; ahora con su compañía en lo más profundo e íntimo de tu corazón.

Julián Castelblanco


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