TAREA 14: Participar. Volver a comunicarnos.

Mi hermano era un buen Ser Humano. Hábil socialmente e inteligente. Durante alguna época de nuestra vida familiar, cambiábamos de casa cada año. Esto nos obligaba a desarrollar habilidades de adaptación eficientes y rápidas. La mía era muy sencilla: Estar muy pendiente de Hugo Alejandro para que cuando el diera el primer paso yo estuviera cerca.

Cuando pisábamos una nueva casa, lo primero que él hacía era salir a la puerta a ver quién estaba en la calle. Yo, detrás de su 1.85 metros de estatura, esperaba pacientemente. Sin embargo, siempre me sorprendía la rapidez y su increíble capacidad para socializar casi que sin hablar. En la primera noche, ya tenía amigos y se había ganado el cariño de sus madres. Yo, por supuesto, también era conocido de inmediato como: “El hermanito de Hugo”.

Su entierro copó todos los espacios posibles de la iglesia. Llegaron personas de todo tipo, conocidos y extraños para nosotros. Muchos se acercaron en algún momento para expresarnos su cariño y contarnos alguna que otra anécdota que reafirmaba su habilidad social.

Ésta característica de su personalidad, jugó un papel muy importante en mi proceso de duelo; porque de alguna manera entendí en su muerte el mensaje directo y profundo de la importancia de darse a los demás, sin máscaras y con absoluta generosidad. Un reto mayúsculo para mi timidez disfrazada. Creo también, sin temor a equivocarme, que ese mismo mensaje fue recibido por mis padres, en la medida que comenzaron antes que aislarse y vivir su pena en soledad, a experimentar el deseo de comunicar sus sentimientos y compartirlos con el objetivo de hacerlos útiles. La pregunta permanente siempre fue: ¿Qué hubiera querido mi hermano que pasara con nosotros?, ¿cómo le hubiera gustado que reaccionáramos?; y las respuestas estaban atravesadas siempre por la invitación a comunicar; sin dejar de ser lo que somos, pero aceptando lo que entendíamos era el mensaje de su paso por nuestras vidas.

Si pudiéramos diseñar un dispositivo que midiera el proceso de evolución de nuestro duelo, estoy seguro que el primer indicador estaría ajustado a nuestra capacidad para volver a socializar. En la habilidad que desarrollemos para poder “contar nuestra historia”, y compartir nuestros recuerdos junto a nuestro ser querido, con los demás. Y si quisiéramos una señal para entender que nuestro dolor comienza a trascender, esta sería la TAREA 14: PARTICIPAR.

No se trata solo de comunicar, sino de convertirse en miembro activo de este proceso. Aportar, idear, liderar, acompañar… Para trascender nuestro duelo es necesario encontrarnos con el otro, entender y empatizar con su dolor y tener la voluntad de acompañarlo desde nuestra propia experiencia y deseo de bienestar. Olvidar nuestra pena para profundizar en la del prójimo. Es muy común encontrar en los grupos de apoyo, que las personas que llegan por primera vez a él, encuentran excusas que parten desde el sentimiento de experimentar su dolor como único: “Es duro lo que te ha pasado a ti, pero lo mío es especial, es mucho más doloroso”.

Un día, llegó en Ecuador, un caso bastante especial. Sus tres hijas murieron en diciembre cuando las luces de su árbol de navidad hicieron corto circuito y se quemó toda la casa en horas de la noche. Ella, junto a su esposo, lograron escapar por la ventana; sin embargo, fue demasiado tarde para salvar a sus hijas. Lo perdieron literalmente todo: su casa, todas sus pertenencias y sus tres hijas… más adelante, también su matrimonio. Sin embargo, ahí estaba ella, en medio de su dolor, dispuesta a acompañar el dolor de los demás y participar su desconcierto para apoyar la reconstrucción de la vida de las personas que la rodeaban.


Participar es el gran salto que lleva a la trascendencia. Por tal motivo, teniendo como excusa la tarea 14, te invito a que tomes la DECISIÓN de compartir tu dolor, ya no con el objetivo de lamentarte; sino con el fin de apoyarte en tu historia para brindar a otros, elementos de vida y esperanza. Esta es la verdadera semilla que puede llegar a generar un nuevo y más profundo sentido a tu vida.

 

Julián Castelblanco


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