EL DUELO EN PAREJA. Por: Dr. Hugo Castelblanco


EL DUELO EN PAREJA
Por: Dr. Hugo Castelblanco
hugo.castelblanco@gmail.com


Luego de una pérdida significativa, es decir, aquella que nos genera fuertes sentimientos de dolor y cuestiona nuestro sentido de vida; la visión del mundo y de nosotros mismo se somete a una exahustiva revisión y en ocasiones a una fuerte confrontación de nuestros propósitos, valores y creencias.

 

Si estamos viviendo en pareja, este es por una parte, un proceso interno, dado que supone un trabajo de introspección, revisión y finalmente de reconstrucción, dado que el dolor ha puesto en tela de juicio todo lo creíamos saber de la vida y todo lo que de ella esperábamos.

 

Pero, por otra parte, este deberá ser también un proceso compartido, debido a que pertenecemos a una familia, a una comunidad, somos seres sociales y en ocasiones hemos elegido vivir en pareja. Si este es nuestro caso, debemos tener en cuenta que para la persona con quien compartimos nuestra vida, la experiencia de duelo a pesar de tener el mismo origen, presenta matices y niveles de cambio y desarrollo muy diferentes a los nuestros y que incluso en algunos casos no son compatibles. Esto es válido, precísamente porque nuestra pareja está viviendo su propio proceso de individuación de su duelo. Lo que equivale a decir que no solo deberá normalizar y redefinir sus emociones y sentimientos, sino además resignificar su entorno, sus vivencias, sus cogniciones y su sistema de creencias y valores.

Si en el seno de la familia, cada uno inicia un proceso de duelo diferente, en el ámbito de la pareja estas diferencias se hacen más evidentes, a lo que se añade el hecho de que debemos contruibuir a manejar su proceso al mismo tiempo que elaboramos el nuestro y esto no es sencillo, máxime cuando ambos vivencian su propio dolor de manera diferente y protagónica.

La muerte de un hijo es si lugar a dudas, una pérdida que es altamente significativa para ambos miembros de la familia, pero eso no significa que especialmente al inicio del duelo, la deban elaborar de forma similar e incluso en los mismos momentos y espacios.

 

Con frecuencia observamos grandes diferencias en la forma como dos personas interpretan un mismo suceso o una escena de la vida diaria, hasta el punto de que puede parecernos que se están refiriendo a escenas diferentes.Con el duelo de las parejas ocurre lo mismo: puede que ambos hayan perdido a un hijo, pero la forma de asumirlo, expresarlo y vivirlo va a ser muy distinta, puesto que son personas distintas. Ese es el reto que la pareja debe afrontar con realismo y generosidad: entender que el duelo del otro, su forma de expresarlo y vivirlo, es tan válido como el propio.

En breve, será importante buscar alcanzar lo antes posible el propósito de compartir muchos aspectos de su duelo, esta es una decisión fundamental para que la pareja logre construir un nuevo sentido de vida. De tal manera que el primer objetivo es lograr construir de forma consensuada esos espacios y tiempos donde puedan trabajar solidariamente en la elaboración de su duelo.

Otro tipo de pérdidas que se dan en el seno de una familia, pueden tener diferente significado para cada uno de los miembros de la pareja. Por ejemplo, lo que para uno puede ser la muerte de uno de sus progenitores, para el otro es la muerte de uno de sus suegros. De igual manera, la muerte de una hermana será para la pareja la muerte de su cuñada y esta será significativa, solo en la medida en que se haya alcanzado una importante relación de afecto y respeto con la persona fallecida.

Esto plantea un importante ejercicio de empatía y tolerancia que permita que el trabajo mutuo de duelo se realice de manera tal que se aporte al duelo del otro de manera decidida, pero respetándo mutuamente las diferentes formas en las que se manifientan las emociones y sentimientos propios de duelo.

Tres son los valores claves que debemos tener en cuenta par elaborar el duelo en pareja:

1.    Generosidad, generosidad sin límites hasta el punto que nos permita por momentos, pausar el protagonismo de nuestro propio duelo, para atender las necesidades de escucha y afecto de nuestra pareja en sus momentos críticos. Esta actitud, no solo contribuirá de manera decidida a su trabajo de duelo, sino que será un indicador de que nuestra propia sanación transita por caminos de equilibrio y paz.

 

2.    Sinceridad en la forma como expresamos los sentimientos a nuestra pareja, sin victimizaciones, suposiciones o suspicacias que están más dirigidas a fomentar la confronación que a propiciar un espacio de escucha abierto y honesto.

 

3.    Amor y el amor es paciente incondicional.  Esto no solo propiciará un diálogo fecundo y generoso, sino que sentará las bases para el fortalecimiento integral de la relación como resultado de haber aceptado el reto de elaborar el duelo.

 

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