MI DUELO EN PAREJA…Por: Beatriz López

MI DUELO EN PAREJA…
Por: Beatriz López
Chatalopez2@hotmail.com
 

¡Por Dios, no sé qué hubiera hecho sin Hugo cuando murió Hugo Alejandro! Compartirle mis sentimientos fue una de las decisiones más importantes en esos momentos tan dolorosos.

Viéndolo ahora que el tiempo ha pasado, para mí este fue el inicio de nuestro pequeño gran “Grupo de Apoyo”. Es tan importante tener a nuestro lado esa otra persona que comparte nuestra pérdida, porque si yo caigo, él me levanta, y viceversa; si lo vemos derrotado podemos ayudar a levantarlo. Este dolor nos une o nos destruye y no quisiéramos esto último porque sería sumar pérdidas.

Yo solía, cuando estaba destruida decirle: ¿Qué debo hacer para que me pase este dolor? Y él con mucha ternura y sabiduría me respondía: “Aprender a amar y servir”. No teníamos ninguna experiencia en duelo, nunca antes habíamos tenido que afrontar algo así. Era todo tan desolador, tan oscuro, que por momentos no sabíamos qué hacer, pero la sola compañía del otro, hacía más llevadera la carga.

Aunque le temía al momento de quedarme sola cuando cada uno retomara las obligaciones propias de su vida, esta fue una época de mucha unión.  El respeto por el dolor del otro es una obligación mutua, que nos dejen llorar, que nos permitan hablar, que escuchen nuestros sentimientos, aunque no se diga nada. Solo la presencia y el abrazo, son suficientes. Esa es la función principal de la pareja es esos difíciles momentos.

Siempre recibí ese apoyo de su parte, para las mujeres es más fácil expresar, llorar, para el hombre es más complicado porque han sido educados para no hacerlo, para ser fuertes, para llevar sobre sus hombros la carga, mientras ocultan su dolor.

Es indudable que, si contamos con una pareja en quien confiar, tenemos un elemento clave para sobrellevar nuestro duelo. En esos momentos es cuando debemos ser más auténticos, desnudar el alma, mostrar nuestra humanidad.

Recuerdo que las palabras de Hugo me calmaban, me daban soporte, me guiaban. Aceptaba todas mis decisiones y las compartía. Él fue un pilar invaluable para sanar mi herida y siento que debo agradecer a Dios su presencia en mi vida.

A los dos meses de haber muerto mi Hugo Alejandro, me fui sola a Cali para reiniciar mi trabajo, ya no tenía a Hugo o a Julián Andrés para compartirles mi tristeza, pero ahora contaba con la compañía de los amigos donde me alojé inicialmente. Fue entonces cuando pude experimentar el valor inmenso de poder hacerlos partícipes no solo de mi llanto, sino de la evocación de muchos momentos hermosos en la cálida compañía de mi muchacho.

Si no se cuenta con una pareja; un familiar, un amigo, un compañero de estudios o de trabajo, pueden ser de gran ayuda para ayudarnos a sobrellevar el duro peso del dolor. Lo importante es poder contar con alguien que nos ama y respeta, para poder expresar esos sentimientos que nos agobian. Para quienes somos creyentes, ellos son los representantes de Dios en estos momentos de inmensa tribulación. Esa es su forma hermosa de decirnos cuánto nos ama.

Desde mi corazón:

La Chatita.

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