Las emociones en el duelo. Por: Psico. Milena Casas

Las emociones en el duelo.
Por: Psico. Milena Casas
psicomile@hotmail.com

 

He estado pensando sobre las emociones en el duelo y se me ocurrió hacer una comparación con una experiencia que tal vez algunos hemos vivido.

A muchas personas nos gusta el mar, sentir las olas, la arena tibia, hacer actividades acuáticas y admirar la belleza, imponencia e inmensidad de este sitio. Ver un atardecer en la playa o escuchar el sonido del mar, puede llegar a generar paz y tranquilidad; sin embargo, no todo el tiempo el mar se presenta apacible, agradable y amable. Hay momentos cuando encontramos un oleaje fuerte, peligroso y, si no tienes experiencia, puede llegar a producir temor y ser un riesgo meterse al agua.

Cuando alguien está pasando por un momento de duelo, las emociones, los sentimientos y los pensamientos son como una gran ola que se viene encima, que nos arrastra, nos revuelca y que solo, por pequeños momentos, nos permite sacar la cabeza para tomar una bocanada de aire y no ahogarnos. No tocamos fondo y no vemos cerca la orilla; sentimos que las clases de natación no sirvieron de nada y que estamos solos en medio de ese feroz e inmenso mar.

Lo importante, inicialmente, es tratar de mantenernos a flote de la manera que podamos seguir buscando la forma de tomar algo de aire, sacar la cabeza cada vez que podamos, a pesar del miedo, el dolor y la desesperanza. Vivir el momento, entendiendo que esa gran ola, poco a poco, se va a ir calmando.

Cuando estamos en esta situación, podemos creer que estamos solos, que nadie nos ve y no siempre es así. Por lo general, hay gente a nuestro alrededor, algunos están en la misma lucha que nosotros y, aun así, también se encuentran preocupados por nuestra salvación. Otros observan desde la orilla con impotencia y, a través de gritos, tratan de darnos opciones o ideas para salir de este difícil momento. Y otras personas, incluso, llegan a arriesgar su vida y se meten al mar, para tratar de suministrarnos un salvavidas. El tema aquí es, decidirnos a tomar el salvavidas para salir a flote y prestar atención a las recomendaciones que nos gritan.

A veces, luego de una experiencia así en el mar, hay personas que quedan muy golpeadas, con miedo, nunca se vuelven a meter al mar, nunca más vuelven a disfrutar de su belleza. Pero hay otras que entienden que ese mar que tanto les gusta, que es tan azul, de olas tranquilas y arena tibia, también tiene tormentas, que sus olas, a veces, se enfurecen y te pueden arrastrar. Así es  la vida misma: en ocasiones apacible y en otros momentos, compleja, llena de situaciones inesperadas, que te enfrentan a emociones, sentimientos e ideas que no habías experimentado, al menos no, con tanta intensidad. Sin embargo, pese a esas tormentas por las que a veces nos lleva la vida, es posible volver a percibir la belleza, la majestuosidad y la calma que esta nos ofrece… Después de estos difíciles momentos de ret y, complejos emocionalmente, nunca volveremos a ser los mismos; por lo tanto, siempre tendremos la opción de ser mejores y volver a ver la belleza de la vida, ahora con mayor sentido.

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